El Yoga y yo
Conocí el yoga embarazada de mi tercer hijo, conecté rápidamente con esta herramienta, me llevaba a mi interior tan fácil, tan rápido. Mi cuerpo empezó a ser él mismo, y yo empecé a sentirme cómoda dentro de él. Mi cuerpo, de repente, era un lugar confortable des de donde vivir la vida. Y por supuesto entendí que si yo sentía esto mi bebé también lo sentía.
Otro de los cambios que noté más evidentemente fue que con mis otros hijos era más paciente, más amorosa, cosas que me irritaban se diluían más fácilmente, respiraba antes de actuar, antes de saltar, tenía más energía y estaba más centrada. Ellos lo notaron.
Seguí practicando y sin pensarlo, con mi bebé ya nacido, empecé la formación en yoga que aun dura y supongo durará siempre.
Viví un postparto diferente, una crianza diferente, el yoga me sostenía y yo podía sostener a mis hijos, con amor y confianza.Cuando hago yoga entro en mi cuerpo y el resto desaparece, siento el espacio interior, respiro cada rincón de mi cuerpo y percibo dónde están las tensiones, las dificultades y los retos. Siento como está mi mente, la observo, y contacto con lo que verdaderamente necesito.
El silencio se expande desde el interior y cada movimiento, respiración o reposo es un paso más hacia el equilibrio.
El yoga me permite bajar al cuerpo y SENTIRME, estar presente en mi, sin más, sin objetivo, sin pretensión.
A veces mi ego me conduce a un yoga más estético: posturas imposibles, oberturas espectaculares, asanas acrobáticas… pero el cuerpo, sincero y honesto, me muestra el camino a la sencillez, a la asana que te guía al silencio, otra vez. No importa cuanto me abra, hasta donde llegue, lo importante es soltar, permitir, abrir, sentir el límite y respetarlo, amar el cuerpo tal como es y cuando sientes que afloja, que se relaja se abre el espacio que permite, entonces, solo entonces, ir más allá.
Ahora os lo describo con palabras, y las palabras salen de la mente, es difícil transmitir una experiencia del cuerpo única en cada ser con palabras, lo mejor es que lo pruebes, que lo experimentes y permitas por un instante abrirte al silencio y la sinceridad del cuerpo, y sientas quien eres de verdad, sin máscaras, ni escudos, sin querer ser ni juzgar. Sencillamente SER.
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