Adiós 2015
Este año ha sido el año de soltar, soltar las expectativas, los planes, las ideas y los juicios… Ha sido el año de fluir y confiar en el sentir, actuar tal como sentíamos y esperar a ver qué pasaba… Ha sido el año de tocar el cielo y el infierno en el mismo año, en el mismo mes y en la misma semana, varias semanas seguidas. Este año montamos una escuelita y la desmontamos, dicidimos vivir en un lugar paradísico pero que no favorecía nuestros planes, renacimos como pareja, y decidimos volver a estar en casa con los niños, es decir, a los horarios partidos, a los calendarios imposibles y las largas esperas del otro…
En definitiva, decidimos el silencio, el trabajo que amamos y el camino que se nos mostraba… y todo eso decidimos no decidirlo, simplemente observando el camino que se nos abría, y coger el más fácil de transitar con la mochila que llevamos.
También ha sido el año del aburrimiento, muchos momentos en que los niños nos decían, mama, m’aburreixo…!? Al principio lo viviamos desde la culpa de las decisiones que no habíamos tomado, intentando ser los bufones que distraían a los pequeños principes pero la vida nos colocó en nuestro lugar y desde el cansancio de las acciones que no nos cargan empezamos a permitir el aburrimento, el suyo y el nuestro.
Y entonces, de esos momentos, nacieron naves espaciales y especiales, nacieron joyas y brazaletes, guerras entre el bien y el mal, carreras de coches eternas, risas flojas y peleas, esas peleas que no le gustan a nadie pero que a mi sí porque permiten las emociones y remueven la energia… también nacieron sesiones de yoga inventado, momentos de introspección, embobados mirando el más allà, y muchas salidas al bosque. Este año, y gracias al aburrimento, ha nacido la lectura, la escritura, las damas, el juego de “sala psico”. Han nacido preguntas como: “mama, perquè naixem si després morim?” o “qué son el nervis? I… Perquè dius que estàs dels nervis?”.
Hemos aprendido a dejar ir, a soltar, a escuchar en el silencio, a reirnos sin ganas para acabar con agujetas en la barriga, a permitirnos llorar hasta el sueño y entregar el amor desde donde no sabiamos que emanaba.
Para mi ha sido el mejor año de mi vida. Desde hace 8 años cada año lo es.
Somos más felices que nunca y desde la confianza de que cuando permites y sueltas la vida se abre, así empezamos el nuevo año, con confianza y amor, con la certeza de que todo está bien y todo es perfecto tal com es.
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