¿Madres perfectas o madres conscientes?
Queremos ser las madres perfectas, pero nuestros hijos nos necesitan conscientes.
¿Y qué diferencia hay entre una madre perfecta y una consciente?
El deseo de ser la madre perfecta nace de una herida, no del amor.
La madre perfecta responde a una demanda externa, no interna.
El llegar a ser madre perfecta habla de la necesidad de ser Mejor, porque como somos no es suficiente.
Una madre consciente no quiere llegar a ningún lugar, es aquí y ahora.
Ser madre consciente tiene que ver con ser la madre que ya eres y gozarla, tiene que ver con el amor sin condiciones, tiene que ver con la esencia, no la forma.
La madre consciente habita el presente y transforma desde el amor, no desde el rechazo por lo que soy o hago.
Nuestros hijos nos necesitan presentes y conscientes, habitándonos en plenitud, gozando, poniendo la mirada en lo que sí hacemos y transformando lo que sentimos dolorosa desde el amor.
Suena fácil, bonito y romántico…, pero sé que no lo es porque llevamos toda nuestra vida entrenándonos el músculo equivocado: el de mejorar para ser suficientes, reconocidas, miradas y admiradas.
Sanemos esa herida, la del reconocimiento, la de la suficiencia y seremos madres desde otro lugar.
Repito, sé que no es fácil, pero un primer paso es poner el foco en esa dirección y dejar de correr hacia ningún lugar concreto… el de siempre mejor.
Para ellos ya somos perfectas, basta que nos miremos con los mismos ojos, y conectemos con el amor que todo lo ama, incluso las cagadas, las muescas y el dolor, el dolor de donde supura la exigencia y el desamor por nosotras, como madres y mujeres.
Hoy te propongo que mires, en tu día, todo lo que sí haces, que cambies el filtro con el que miras tu maternidad y hagas grande y presente los momentos de amor y cuidado auténtico.
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