¿O ellos o nosotras…?
Ahora está de moda maldecir la crianza respetuosa o consciente, entre otras cosas, porque parece que nos hace elegir entre nuestro bienestar y el de nuestros hijos. Como si respetar los procesos de vida de nuestros hijos fuera incompatible o contradictorio con respetar los nuestros. Y no.
La sociedad, tal como está montada, no nos lo pone fácil, nada, y hay mucho trabajo por hacer de activismo y reivindicación, de cambio social y político.
Pero también hay mucho trabajo de transformación interior, de cambio de creencias internas, de soltar patrones, de cerrar heridas y poner paz en nuestra historia e infancia.
Creencias que tienen que ver con cómo entendemos el autocuidado, con cómo entendemos la presencia que nuestros hijos necesitan, los límites y las estructuras que cuidan. Patrones heredados inconscientes que hacen que la forma de relacionarnos esté ya muy determinada. Heridas que despiertan la autoexigencia, el dolor de ser insuficientes, la culpa que no es culpa…
Empezamos a indagar en la crianza consciente y respetuosa, que incluye la alimentación consciente, el contacto con la naturaleza, la pareja consciente, y una larga lista de cambios que se hacen cuesta arriba… y nos da un parraque! Y ante el desborde nos revelamos. Y queremos o intentamos pensar que quizás no es tan necesario, incluso nos enfadamos pensando que nos explota… porque eso es más fácil que sostener el dolor de sentir que no puedes, que no llegas.
Pero siento que eso es causa de un mal entendimiento de lo que verdaderamente es la educación consciente y respetuosa. Quizás es momento de reenfocar.
La crianza que respeta los procesos naturales de los niños y las niñas es un proceso, no un manual, es un camino, no un decálogo. Es una forma de ver y entender la vida.
Es como cuando empezamos a ser feministas. Cuando escuché por primera vez «Que te echen un piropo es machista», yo lo puse en duda, no lo entendía, pero a la vez, algo en mí se agitaba a favor, porque recordaba sutilmente lo violentada que me había sentido cuando me había sucedido, pero también recordaba como se imponía la creencia de que se suponía que tenía que gustarme porque significaba que era guapa o apetecible o sexualizable. Pasó un tiempo hasta que empecé a validar todo eso que sentía silenciosamente, esa violencia interna, ese desacuerdo que chocaba con lo establecido, empecé a poner palabras, primero, palabras de otras, luego, propias, que construían un nuevo discurso interno que detectaba el machismo, el abuso y la violencia. Fue un proceso de toma de conciencia. De ver con nuevos ojos, de hablarme con nuevas palabras, de escuchar con más claridad y sensibilidad que me permitió relacionarme desde un nuevo lugar y detectar lo que cuidaba y lo que no en términos de género.
Lo mismo sucede con la educación consciente que respeta la infancia y sus procesos naturales, educar con respeto es un proceso, un camino que empieza con una llamada interna «Sé que así no, pero no sé cómo…». Un camino que cada una transita diferente, dependiendo de su contexto, de su historia, de su personalidad, de sus circunstancias… pero que todas podemos caminar.
No es el cómo educamos lo primero… el material Montessori será imprescindible para unas, la naturaleza salvaje lo será para otras, la alimentación vegana, educar en casa, o en escuelita, o en escuela, en comunidad o colgada en la montaña, sola o en pareja, con material concreto o con lo que hay ya va bien… no es el cómo lo importante, es desde qué lugar interno educamos. Y ese ‘desde qué lugar interno’ nos llevará al cómo… no al revés.
La transformación no es fuera, es dentro. Entonces, cuando puedes ver esto y te enfocas de verdad en lo interno, deja de ser incompatible nuestro bienestar con el de nuestros hijos. Centramos la energía y el enfoque no en la estructura externa, no en la forma, sino en el fondo, en el ‘cómo estamos cuando estamos‘… y ahí, en ese punto, no sólo no es incompatible, sino que se hace inseparable. Nuestro bienestar y el suyo van de la mano. Sin duda.
6 Comentarios
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Laura
Para mi está siendo un camino largo de trabajo personal, de todo aquello que mis 3 peques, muy seguidos (y debido a esto la enorme intensidad), me han reflejado. He tenido muchas crisis en estos 5 años, y he hecho bastante terapia, he leído lo que he podido (a ti entre otras) inspirándome y frustrándome al mismo tiempo. Por sentir que yo no podía hacerlo. Y en la última crisis, pude ver que ya lo estaba haciendo. se que queda mucho por poner en práctica. Se me va cada día, pero conozco el camino y estoy en calma con la madre que soy para mis hijos.
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Lidia
Me quedo con que es un proceso no un MANUAL. Gracias por tanto 😘
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Mariela
Me veo reflejada sin embargo el hecho de que mi hija si ha ido a la escuela porque en costa rica es ilegal no enviarlos, hace una gran diferencia por el mal efecto de la presencia de la pésima socializacion con niños rotos en procesos particulares. Eso me ha causado tanto a ella como a mi mucho daño.
LM
Me resuena mucho lo que dices, y a la vez siento tan difícil ponerlo en práctica, no sabría por dónde empezar