Volver a trabajar…

Recuerdo cuando decidí interiormente que no quería trabajar más, que quería opcuparme de mis hijos… también recuerdo que había algo que no me dejaba manifestarlo abiertamente.

Mi sistema de creencias se mantenía sobre una importante: «la mujer ha de ser inedependiente, tiene que ganar su propio dinero por si un día quiere separarse, no PUEDE depender económicamente de un hombre».

A esta creencia interna se le sumaban otras más livianas pero que ahí estaban: trabajar realiza, que no trabajar es de vagas, que quedarse en casa es ser maruja y ser maruja es malo, el tren pasa una sola vez en la vida, si luego quieres volver al mundo laboral será tarde…

Así que aunque sentía claramente que no quería seguir trabajando, trabajaba. Cada vez menos, puntualmente, desde casa, me lo montaba y la vida me ayudaba a que cada vez hubiera menos trabajo, casi podía decir que no tenía pero cuando me preguntaban decía: «sí, yo trabajo desde casa, me lo monto… por las noches, los fines de semana, hago cuatro cosas…». Hasta que un día, ya sin trabajo, porque no me llegaba (porque no lo atraía), le dije a Jordi… pero que estoy dicíendole a la gente, si yo ya no trabajo, si yo ya no quiero trabajar más… Me atreví a decirle a Jordi que yo ya no quería trabajar más que con mis hijos, que si quería él asumir esa responsabilidad solo, una responsabilidad que ya asumía pero  que todavía no habíamos verbalizado. Él la asumió.

Y me atreví a decir en voz alta y clara que yo ya no trabajaba que me opcupaba de mis hijos!

Como me costó dar ese paso!!! Recuerdo claramente en una boda que una conocida de mi época de adolescente me dijo: pues mira que yo no te veía de «esas», yo te veía emprendedora, trabajando, ganando mucho dinero… (ella iba bastante borracha, si no no creo que se hubiera atrevido).

Me limité a decirle que yo así era feliz. Porque lo era.

Poco a poco pude vivirlo en paz, hubo momentos, segun a quien tuviera delante, que me sorpendía a mi misma, excusándome detrás de la educación libre, respetuosa, detrás de teorías de expertos, diciendo que era transitorio hasta que los niños crecieran… etc. En cierta manera me avergonzaba no estar en el círculo profesional, de realización social y varias mandangas.

El poner la atención en mis hijos día a día, verlos crecer, acompañarlos me conectó a la felicidad que me producía hacer lo que hacía. Cada vez que mis hijos me sorprendían, cuando podía decidir estar con ellos en casa enfermos, cuando me pillaban con cambios repentinos y me veía adapatándome a nuevas necesidades rápidamente, cuando al final del día me dormía con ellos de agotamiento, cuando veía sus pasos de autonomía de mi, de mi cuerpo… cuando veía que se autorregulaban
y yo,
en primera persona,
en primera linea podía verlos crecer…
entonces me di cuenta, día tras día, que lo que hacía era tan importanate para ellos como para mí
y para la sociedad y para el mundo!

Empecé a amarme por quien era no por lo que hacía. Empecé a ver quién era sin la máscara de a qué me dedicaba. Día a día, me despojé del disfraz, de la etiqueta, de la presión de responeder a un personaje laboral-social.

-de qué trabajas?
-no, no trabajo, cuido de mis hijos
-ah! y antes a qué te dedicabas…
-silencio,
silencio,
silencio.

-Hacía varias cosas.

Sin parafernalias, que antaño me habían sustentado, me habían acorazado, me habían disfrazado…
Ya no era diseñadora, ahora era yo misma y era madre!

Así se desvaneció LA creencia.

Se desvanecieron una a una las creencias sobre el trabajo, la realización, la valoración social según el trabajo que tienes, el prestigio, y todo el peso que acompaña creer que eres lo que haces. Aprendí a separar quien era de lo que hacía. A que mi pareja me mantuviera. A confiar en él.  A dejarme sostener.

Un gran aprendizaje, que debo a mis hijos y a mi misma por llevar a cabo ese sentir profundo, que con miedo y sutilmente salió a la luz.

Ahora vuelvo a trabajar.

Así lo siento interiormente. Un día sentí que me apetecía volver a hacer algo. Empecé poco a poco, una charla, una clase de yoga a la semana… tal y como el cuerpo me lo pedía.

Mi hijo pequeño tiene dos años,
y suelto la creencia que todavía es pequeño, que no debería dejarlo tanto, justo a esta edad… si con Aran lo dejé todo para estar con él porque con Auró no… debería… debería… debería

Pero qué quiero, qué siento?

Si mi sentir es intuición y la clave es seguir a tu guía interior… por qué vuelvo a caer en la telaraña de creencias, ya sean las del sistema o las del antisistema…?

Siento alto y claro que ahora vuelvo a trabajar, escuchándome, escuchando el ritmo familiar, encontrando el equilibrio: vuelvo a trabajar.

La vida así me acompaña, curiosamente, me va saliendo trabajo. (Lo atraigo)

Suelto de una vez las creencias, que no son más que pensamientos que creemos como ciertos.

Me lanzo a ser feliz con lo que me llega de la vida con lo que escucho desde mi cueva interior, con lo que día a día vivo, sin más, sin expectativas, sin planes, sin ideas, sin juicios.

Me amo por lo que soy no por lo que hago.

Soy Carlota Sala Rabassa y la maternidad supuso una revolución en mí, y en mi familia. Desde que llegó mi primer hijo, nuestra vida empezó un nuevo camino y ahora soy madre de cinco niños maravillosos que son el motor de cambio y retorno a una vida consciente. Vivimos en medio de la naturaleza y mis hijos no van a la escuela. Soy practicante de la VIDA, y divulgadora del CUIDADO.

0 Comentarios

  • laura

    Bravo Carlota!! M'encanta! Ets tan autentica, et felicito de veritat!! Segueix aixi

    Un peto

  • Anónimo

    Yo también me he sentido (y sigo sintiéndome) mal, justificándome de por qué no trabajo para cuidar de mi hijo... Gracias siempre por tus acertadas palabras que me llegan al fondo de mi corazón. Besos. irene

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