Adaptación

Recuerdo la adaptación a la guardería de mi primer hijo, fue un desastre, yo no tenía mucha conciencia de lo que significaba, y en realidad yo no quería separarme de él pero tenía todos los argumentos para hacerlo (trabajo, dinero, soledad en la crianza, etc…). Yo no podía sostener la separación así que para que pasara rápido y fuera “indolora” lo dejaba rápido, y casi sin despedirme. Me dijo la maestra que como era bebé no hacía falta adaptación, y la creí, total él era un bebé y “no se enteraba”. Lo pasamos muy mal él y yo.

Recuerdo las consecuencias de no hacer adaptación, de salir de la clase sin decir adiós, de dejarlo llorando en brazos de la maestra… Durante los primeros meses no comía, ni dormía nada. Se pasaba toda la tarde enganchado al pecho, toda la tarde literal, por las mañanas lloraba por cualquier cosa, siempre estaba muy blandito.

Pero lo peor es cuando fue creciendo. Durante muchos años no quería que me fuera, ni a ver a la vecina, ni a cenar con amigas, ni a trabajar, lo aceptaba a regañadientes, desde el “razonamiento”, o porque le buscaba actividades para hacer superdivertidas que durante unos instantes hacía que le pareciera bien que me marchara… Más tarde, no podía salir de casa sin saber a donde iba, cuando volvería, si él iba a estar dormido o despierto cuando volviera… Fue muy difícil acompañar su dolor cuando me iba si o si. Sentía su angustia cuando preguntaba si volvería, con 4, 5 y 6 años. Fue duro el camino para que restableciera la tranquilidad de que iba a volver, que iba a estar cuidado aunque yo no estuviera… Sentía su inseguridad los instantes de mi marcha, que le recordaban el abandono que sintió cuando lo dejaba con 1 año llorando. Luego estaba bien, se sentía bien, y me lo decía. Pero esos momentos de separación en que él veía cómo me iba su cuerpo le recordaba el dolor de sentirse abandonado, despacito lo pudo ir liberando, en cada lágrima acompañada, en cada expresión de rabia atendida y en cada abrazo de retención escuchado.

Pudimos trascenderlo gracias a mucha paciencia y amor. Ahora, con 8 años, raras veces me pregunta dónde voy y a que hora volveré.

Es importante poner conciencia en la separación de la madre y el hij@. Es muy importante poner conciencia en la adaptación de una novedad tan importante cómo que otra persona se hará cargo de nuetr@ hijo@, en un nuevo espacio, con nuevas personas, en nuevos entornos…

La adaptación no es un capricho, no es un trámite, no es un protocolo, es un proceso al que dedicar atención, energía y cuidado. Y no me refiero solo a las guarderías o colegios, también a las canguros, tías, vecinas o demás personas que no son mamá o papá que se encargaran a partir de ahora, también, del bebé.

El bebé o el niñ@ necesitan sentirse seguros físcia y emocionalmente, y para eso necesitan sentir el vínculo con la persona que lo cuida, ya que él no se cuida por sí solo y necesita tener la tranquilidad interna de que estará alimentado, cuidado, y bientratado por el adulto de referencia, sino es así los bebés y l@s niñ@s viven en tensión.

La manera de sentirse protegidos, tranquilos, y que aflojen para poder dedicar su energía a desarrollarse como seres humanos, es sintiendo el vínculo seguro con ese adulto. Es sencillo, sentir amor, sentir su amor.

La manera de vincularse a alguien nuevo, sea quien sea, es conviviendo con ella, estando con ella, jugando con ella, recibiendo su atención, teniendo contacto, sintiendo su amor, pasando horas para que descubran cómo es, cómo es su energía, que aprendan su manera de hacer las cosas, sus juegos… y poco a poco así sentirse seguros a su lado, sentirse amados y respetados por este nuevo adulto.

Pero ojo, ese periodo de reconocimiento, de acercamiento, de vinculación es muy importante que se dé desde la seguridad de tener a tu mama o papa cerca.

Si los bebés o los niños se quedan con un adulto que no conocen, al que no se han vinculado, tienen miedo y sienten inseguridad interior y sí se vincularan a él, pero por necesidad, ya que saben que éste les tiene que proporcionar cuidado y protección, pero crearan un vínculo por necesidad, no un vínculo amoroso y seguro.

Y qué pasa cuando crean un vínculo por necesidad? Me porto bien para que me cuides, te caeré bien para que me cuides, haré lo que toca para que me cuides, y entonces estan más pendientes del afuera que de su interior, de cumplir expectativas que de expresar necesidades, estaran más ocupados en encajar que en ser quienes son.

Y aprenderan, desde sus primeras relaciones, a crear vínculos por necesidad. Y pensad que son sus primeras relaciones sociales y entonces, lo peor es que, cuando crecen les pasará lo que a la mayoría nos pasa, que sólo sabrán relacionarse desde la necesidad. En pareja, yo te hago feliz y disimulo lo que no te gusta de mi a cambio de que tu me hagas feliz a mi y cambies todo eso que no me gusta. O en el trabajo, no respetando mis necesidades para encajar en lo que se espera de mi, dejando de lado mis sueños para entrar en un sistema a cambio de alimento (dinero). O con amigos, haciendo cosas para quedar bien, dejando de lado mi sentir interior para caer bien y ser “aceptado” y no sentirme rechazado.

Es muy importante que nuestros hij@s creen vínculos sanos con las personas adultas que cuidan de ellos, que sientan que los aman incondicionalmente, que no les chantajearan para que se porten “bien”, que se sientan seguros y protegidos. Y esto pasa por acompañarlos durante un período de tiempo indeterminado, hasta que se sientan seguros, que tengan ese tiempo para descubrir su nuevo espacio, a las nuevas personas, los nuevos hábitos, que sean ellos los que escojan ir o quedarse con esa persona, que no sea una elección desde fuera que los obligue a crear ese vínculo por necesidad. Un tiempo para crear una relación amorosa con el nuevo adulto de referencia.

Después de tiempo entendí por que me costó tanto la separación con mi hijo mayor, su dolor, me recordaba el mío, su llanto despertaba el mío, el de cuando niña, yo también fui separada antes de tiempo de mi madre y me sentí abandonada. Ese dolor tapado por el sistema que nos hemos inventado, él lo despertó, y sí también lo he llorado, cada vez que sostenía su llanto, en presencia, con amor, soltaba mi dolor del cuerpo y del alma.

Es nuestra necesidad separarnos de ellos, no la suya, es nuestra necesidad dejarlos en el cole, no la suya, no nos engañemos. Y no nos culpemos, en nuestras manos está el cambiar las cosas y podemos empezar por una adaptación consciente, que también acompañe las emociones que se deriven (tristeza, alta demanda, rabia, etc) sin juzgar, para que pueda liberarlas y trascenderlas con amor y confianza.

Soy Carlota Sala Rabassa y la maternidad supuso una revolución en mí, y en mi familia. Desde que llegó mi primer hijo, nuestra vida empezó un nuevo camino y ahora soy madre de cinco niños maravillosos que son el motor de cambio y retorno a una vida consciente. Vivimos en medio de la naturaleza y mis hijos no van a la escuela. Soy practicante de la VIDA, y divulgadora del CUIDADO.

2 Comentarios

  • Daniela

    Puedes arrepentirte el resto de tu vida si quieres, pero asociar automáticamente que lloraba al dejarle en la guardería con el comportamiento posterior de tu niño me resulta algo aventurado. Creo q muchas veces los niños establecen relaciones muy bonitas con los trabajadores de las guarderías con los que conviven 1 o 2 años aunque no sean su familia. Con ello no quiero decir que suceda siempre, pero ni tanto ni tan calvo. Saludos

  • monstruuosa

    Qué duro y triste pero qué precioso... No nos damos cuenta de lo que significa para nuestros peques, pero es duro. Ojalá cale este tipo de pensamiento!

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