Dejar ir
Hoy mi segundo hijo ha empezado Cerámica… un lugar nuevo, una «profe» nueva… y él estaba allí, tan concentrado, tan tranquilo, tan encantado con la «profe», haciendo sus cosas… y yo que no se iba, allí sentada en un taburete, mirándole sonriendo.
Tenía que marcharme, lo acababa de decir y repetir, «Ahora me voy…» «Tengo que marcharme ahora… ¿Vale?» Pero yo sin levantar el culo… Y te das cuenta de que crecen que lo de la autonomía… por supuesto que es verdad, que sí llega, que si los cuidas en brazos y apego que no, que no se acostumbran, que cuando ellos están preparados: Empiezan a volar!
Y ya está… y entonces te quedas tú… mirando… sabiendo que tienes que irte, que es su momento que está preparado y que te lo muestra y que tú quieres seguir mirando, por si acaso, por si cambia de idea… y que no que él se queda y tú te vas…
Y siento que ya empieza el camino consciente de soltarlos… de confiar en las herramientas que ya tienen, de saber que si lo deciden es por qué sí, pueden, quieren y saldrá como deba salir… Él es un maestro en hacerme consciente de las cosas… ya les había soltado en muchas ocasiones pero hoy especialmente he oído cómo yo abría los brazos para que él volara. Y he oído como con la naturalidad que le caracteriza me ha dicho en voz baja y al oído, «¡Ya está, ya puedes marcharte!»
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