9 meses dentro, 9 meses fuera

Mi tercer hijo ya hace nueve meses que nació!

El mismo tiempo fuera que dentro de mi. Ya hace 18 meses que decidió venira a convivir con nosotros, entre nosotros..

A los nueves meses ha empezado a gatear eficazmente, por todas partes, a sentarse (él solo), a trepar, a intentar alcanzar las cosas por encima de él, incluso intenta ponerse de pie.

Si es que ya lo dicen: embarazo intrauterino y embarazo extrauterino.

Hasta ahora lo he cargado en brazos, en fulard, en bandolera, mochila, no tenía interés alguno en transportarse a sí mismo. Brazos, contacto, teta… toda relación y contacto con el mundo era desde mí… y ahora parece que, de repente, el mundo desde mis brazos está demasiado lejos, y quiere acercarse a probarlo, a olerlo, a chuparlo, a tocarlo…

Hace unos días, en mis brazos, hizo el típico gesto de tirarse al suelo… manifestación alta y clara de «quiero suelo». Vuelve a dormir siestas largas, como de bebé de 6 meses, está agotado, el mundo no se acaba y todo, TODO, es digno de ser curioseado, perseguido, tocado, chupado, babeado, y tirado y rechazado por otra cosa aun más interesante.

En casa ya no escondemos las cosas, como con el primero, ya no lo cogemos cuando se acerca a los troncos, o al fuego, lo acompañamos, le intercambiamos cosas peligrosas por cosas curiosísimas, ya no le decimos No! con miedo, ahora le explicamos bien cerca del oído que eso que toca es peligroso y no queremos que se haga daño… nuestro límite está más lejos, el miedo se ha transformado en confianza y la mayoría de cosas nos parecen maravillosamente experiementables. Nuestra paciencia se ha expandido y ya no tenemos prisa por sentarlo o subirlo a los sitios, sabemos que cuando esté preprado lo hará con total naturalidad y confianza, sabiendo que estamos ahí, detrás, acompañándolo en cada nuevo paso.

La experiencia es un grado y ser el tercero tiene ventajas.

Gracias a mis otros dos hijos, y las exepriencias vividas, decisiones tomadas, caminos recorridos y mucha conciencia podemos decir que acompañamos mucho mejor, que confiamos más en ellos y en la vida, que estamos más presentes y que eso nos da el regalo diario de verlo crecer, de ver como aprende y juega a esto que es vivir, desde un segundo plano, presente, acompañando sin ser protagonista ni cuerpo ausente.

Con el primero me perdí casi todo esperando que creciera, esperando el siguiente paso, con el segundo la mitad por incapacidad de sostener la presencia constante, la frustración o la intensidad de estar y ver(nos) constantemente.

Este tercer hijo nos está regalando el presente, la oportunidad de ser y estar cada día a su lado, el suyo y el de sus hermanos. Cuando me preguntan qué tal con tres? Yo siempre digo que con tres no te queda más que estar presente, en total presencia (si quieres sobrevivir) y eso es un verdadero regalo de la vida.

Soy Carlota Sala Rabassa y la maternidad supuso una revolución en mí, y en mi familia. Desde que llegó mi primer hijo, nuestra vida empezó un nuevo camino y ahora soy madre de cinco niños maravillosos que son el motor de cambio y retorno a una vida consciente. Vivimos en medio de la naturaleza y mis hijos no van a la escuela. Soy practicante de la VIDA, y divulgadora del CUIDADO.

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