Los segundos, terceros o cuartos…
Cuando nos quedamos embarazadas del segundo (o el tercero o cuarto), aunque sea buscado y deseado, muchas veces, nos invade una pequeña culpa… por el otro o la otra hija. De repente, sentimos que se nos divide el corazón. Nuestro nuevo estado prevalece delante de él o ella? Toda la presencia, mirada, atención que le dimos al primero cuando estaba en nuestro vientre vamos a poder dárselo al segundo? y si lo hacemos… dejaremos de atender, mirar y amar al primero con la misma intensidad?
He sentido esa culpa en todos mis embarazos. Esa sensación de tener que elegir… o de dividirme a ratos, hacer turnos de necesidades, ignorar necesidades del cuerpo en pro del otro, por que… «pobercito»… Atender desde la culpa, lactar desde la culpa, desatender de repente por que el cuerpo no da más. Siempre sumergida en la dualidad: o ellos, mis hijos ya nacidos, o mi estado: el ser que habita mi vientre y yo. Sus necesidades o las mías.
Nunca sentía el derecho a priorizar el embarazo y sus necesidades, como lo hice con mi primer hijo. Siempre sentía que tenía que llegar a todo, a todos, sí o sí, a costa de mi, claro, desde la mente, la programación, la planificación, desde la dualidad de o yo o el resto. El resto siempre iba delante.
Hasta ahora.
Un día me llega la imagen de un bebé recién nacido y me despierta ese instinto ignorado por la mente y la culpa. Recuerdo la fragilidad y la fuerza de cada uno de mis hijos al nacer, cómo agarran con fuerza el pezón y cómo su piel es tersa, rosada, frágil. Ese momento en que todo está por hacer y todo es posible. Que tus brazos son su seguridad y tu piel y tu olor su hogar, ese momento en que mirarlo es lo único que te apetece. Cuando sientes que depende de ti y eso no es una carga, sinó un placer, tan pequeñito, tan lleno de vida. Ese momento en que se lo das todo sin nada a cambio, ese momento en que comprendes qué es la entrega. Ese momento en que él es tu prioridad en la vida.
Ha vuelto ese instinto olvidado, sentir el embarazo en plenitud y sentir la presencia de mi vientre latir en todas mis células. Ha despertado la fuerza de la importancia del momento que vivo. Reconocer el nuevo ser que se forma en mi interior con mi energía, mis pensamientos, mi presencia… Ese ser frágil y fuerte a la vez, que se convertirá en personita y que llegará aquí a través de mi.
Y comprendo que estar embarazada no es una cosa más que te pasa en tu dia, además de la reunión de trabajo, de la comida que tienes que preparar, de la conversación pendiente con tu pareja, ni la adaptación de tu hijo, no es una cosa más, es una estado en el que estás. No es algo externo, que viene y se va, que se cuida a ratos, o se atiende cuando se puede… Estás en el estado de creación de un ser. Y todo es diferente.
Una embarazada no es una enferma, ni una lisiada, pero tampoco es una mujer en el que el ciclo normal reine su día a día. Tu ciclo se para, abres un espacio de nueve meses en que no estàs como siempre, estàs gestando!.
Bajo el emblema de que no somos enfermas seguimos trabajando al mismo ritmo, dando hacia fuera de la misma manera, atendiendo lo de siempre pero sin estar como siempre. Bajo la bandera «feminista» de que no pasa nada, sólo estás embarazada… seguimos al mismo ritmo ignorando las señales del cuerpo, aparentando seguir cómo siempre con la única diferencia que tienes una barriga redonda y llena, y sentimos la culpa de querer parar pero no tener un buen motivo para hacerlo… Si encima tienes más hijos… apaga y vámonos.
Esta vez lo siento diferente, quizás por que siento que esta vez sí será el último, quizás por que la edad y experiencia de tres algo enseña, quizás porque el yoga ordena mis prioridades acallando las de la mente…
Este estado lo llena todo y es eje de mis días, ahora sí. Y sí, también tengo tres hijos más que atender pero quién dice que no los podemos atender desde este estado? Respetándonos y atendiéndolos en la misma medida y a la vez? A otro ritmo, de otra manera, cambiando dinámicas, apoyándonos en la tribu, en la comunidad, soltando la expectativa, bajando la exigencia, de ellos y la nuestra… Por qué sentimos siempre que o ellos o nostras? por que no puede ser todo?
Quizás es que tenemos demasiado inculcado que si te atiendes desatiendes lo de fuera, que si te priorizas eres egoista, que si te cuidas descuidas a todo lo demás, que si has decidido quedarte embarazada apechugas… y sinó lo has decidido haberlo cuidado.
En muchos momentos ya he sentido la necesidad de cuidarme para cuidar, de atender mis necesidades para realmente entregarme a las de mis hijos… pero estando embarazada sigue resurgiendo la idea de «o ellos o yo», la culpa de volver a abandonarlos en pro de otro bebé que necesita más, que requiere de más presencia y cuidado. Así que el embarazo tiende a ser un esfuerzo por atender lo que crees que después, una vez nacido, no podrás. Pero no nos engañemos cuando nazca estaremos en el mismo lugar de culpa y seguiremos atendiendo y desatendiendo a partes iguales por que no integramos la idea de que todo es posible, que todo a la vez es posible de otra manera, soltando muchas cosas y pidiendo ayuda, claro!
Y sobretodo: confiando! En que los otros hijos tienen las herrmientas para afrontar el cambio, para integrarlo, para acoger tu estado, tu manera nueva de estar… Les dimos lo que necesitaban en su momento, el amor, la presencia y los cuidados que crearon la base de una buena autoestima, un vínculo irrompible, elástico y adaptable a los momentos de la vida. Y me entrego a que sigan enseñándome en este nuevo estado, a darles la oportunidad de crecer de este nuevo reto.
Vuelvo a conectar con la magia de la creación, con el poder de la creación, veo mis ojos brillar de esa manera especial, me siento llena sin hacer nada y con el impulso de cuidarme, de escucharme, de sentir cada fase del embarazo con presencia, dedicándole la energía que requiere… Y sí, le he pedido a mi pareja que sostenga él un poquito más la casa y los niños para poder centrarme en el embarazo, y él va a tener que reorganizar sus cosas, claro, pero por qué no? Él también participa, a su manera, de este embarazo, con su energía y con sus habilidades.
Un bebé vive 9 meses en el vientre, los nueves meses más importantes de su vida, una sola vez, no repetirá la experiencia… y no se merece ser el centro? Y yo también siento eso como mi necesidad, de hecho, la naturaleza así lo prevee, y las señales del cuerpo son claras cuando no escuchamos esa necesidad.
Ahora vivo a otro ritmo, uno que acoge todo, que me permite estar más cerca del cuerpo que de lo socialmente bienvisto, aun así hasta ahora no me he dado cuenta que sutilmente estaba en la dualidad, otra vez, o ellos o yo. Pero ya voy entendiendo que cuando te priorizas… no significa no hacer nada, no trabajar o no estar con ellos… significa hacerlo desde el lugar en el que estoy, sin pretender ser o estar diferente, escuchando mis ritmos y mis verdaderas necesidades de recogimento y apertura, de movimiento y descanso, integrando a mis hijos y el trabajo en mi nueva manera de hacer y estar, y no al revés, descubriendo nuevas maneras de hacer las cosas, y permitiendo que me sorprenda el resultado en vez de controlarlo.
Ahora priorizo este estado por encima de TODO! Sin culpa, sin remordimiento, sin miedo.
Sara - fincolorado
Enhorabuena Carlota, no hay mejor noticia para una familia que la de una nueva vida, y un nuevo comienzo! Un abrazo.