El cuerpo que habito
Hace unos dias hablaba con una amiga que nuestro cuerpo ya no es el mismo después de tener hijos y las dos lo celebrábamos!
Mi cuerpo ya no es el mismo…
dejé atrás el cuerpo de niña, q poco a poco maduraba…
ahora siento mi cuerpo de mujer, de madre.
Me miro al espejo de pasada y me reconozco más que nunca, ahora sí veo una mujer en todos los sentidos, y, cualquier mujer colocada como tal aunque no haya sido madre se verá y sentirá igual. No hace falta ser madre para sentirse más mujer que niña.
Ser madre me ha ayudado a colocarme en un lugar de honestidad y responsabilidad para conmigo misma, de mis elecciones conscientes e inconscientes, me ha ayudado a buscar y encontrar y entender que sigo buscando… pero ya desde mi y para mi, sin excusas sin culpas, sin miedo.
En el puerperio de Auró (mi tercer hijo), en un momento de plenitud, uno de esos momentos mágicos del puerperio donde te sientes parte del Todo, donde te sientes en harmonía con la vida y no te acabas en el límite de tu piel… escribí esto:
‘Doy gracias a mi cuerpo de mujer que habito, por cobijarme y dar un hogar a mi alma.
Gracias por permitirme vivir la experiencia de crear una vida, de sentir su desarrollo en mi,
gracias a mi útero por dejar espacio a los tres bebés que han nacido de mi, por permitirme vivir la apertura para su nacimiento, sintiendo el dolor con agradecimiento y sin sufrimiento, el sentir cada paso q daba sin instrucciones mentales y enseñarme a confiar en él, en mi.
Agradezco a mi cuerpo las señales, a veces punzantes, a veces sutiles, que me ha dado y que mi mente tantas veces a interpretado como enfermedades…
Agradezco a la vida haber escogido este cuerpo perfecto en el que ahora ya sí me siento como en casa, mi hogar, mi refugio, mi espacio sagrado donde ya no hay reproches, ni dudas, ni miedos, ni inseguridades…
!Mi cuerpo lo honro y lo respeto!
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